Era verano y como cada verano me
tocaba trabajar, pero por suerte, había conseguido juntarme unos días de fiesta
para hacer una escapada. Un amigo con el que había habido algo pero que no
llegó a nada porque él lo decidió, me invitó a su piso de Barcelona para
normalizar las cosas entre nosotros y para que no fuese incómodo invitó a un
amigo.
Su amigo resultó ser enfermero
(como yo), había hecho mucho deporte y lo había tenido que dejar una temporada
(como yo). Cada uno de los días que estuvimos allí nos fuimos conociendo más,
hasta que la última noche no pudimos más y acabamos besándonos, primero a
escondidas de nuestro amigo, pero finalmente nos pilló y se organizó tal jaleo
que acabamos sin hablarnos (a día de hoy tras año y medio seguimos así, porque para
él fue una traición) porque al parecer mi amigo le había puesto de condición a
su invitado que no podía ocurrir nada entre nosotros.
Cada uno volvió a su ciudad
respectiva, ellos a Madrid, yo a Valencia y mi nuevo amigo y yo seguimos
hablando e incluso comenzamos a vernos algunos fines de semana de forma
regular, a pesar de exámenes y días de trabajo que complicaban el asunto. Yo
hacía mucho que no estaba con nadie y tenía superado mi último amor, pero él
hacía unos meses que había dejado una relación de 4 años, por lo que a pesar
del tiempo vivido en Barcelona me dejó claro desde el principio que no quería
una relación.
Ilustración de Micrito
Yo continué haciendo esfuerzos,
viajando más yo a Madrid que él a Valencia, pero fue tan fuerte lo que sentía
por él que no podía dejar escapar al que pensaba que era el hombre de mi vida. Tras
algo más de un año quedando, se me ocurrió proponer ir dentro de un año y medio
a vivir a Madrid para estudiar, él se sintió agobiado y con el tiempo la
relación se fue enfriando. A penas hablamos cuando no nos vemos pero cuando
nos vemos me trata como si fuésemos pareja, aunque cuando le preguntan, le
falta tiempo para decir que no soy su novia.
Hoy es el día en que yo continuo
haciendo esfuerzos por estar a su lado, por vernos aunque sea un fin de semana
al mes, siendo consciente de que esto terminará el día que yo deje que ir a
Madrid, el día en que sea lo suficientemente valiente de quererme un poco más,
para además poder abrir las puertas a otras personas que quizás sí sepan
valorarme. Creo que lo más fácil es dejar pasar el tiempo, se terminará de
enfriar y será más fácil para mí que decir ¡ya no nos vemos más!