Creo que siempre me han gustado las cosas
difíciles, sobre todo en el amor. No me gusta el amor fácil, y sin yo quererlo, siempre he buscado amores difíciles, amores que costaran y que hubiera que
pelearlos.
Todo empezó en el bar donde tomaba el café
a media mañana. Allí fue la primera vez que lo vi, a pesar que no hablamos
hasta la noche de Navidad. A partir de ese momento nos empezamos a ver muy a
menudo y poco a poco fuimos creando una relación que, sinceramente, no sé muy
bien como describir. Yo, sin darme cuenta, empecé a sentir cosas que hacía
mucho tiempo que no sentía, se me despertaba un cosquilleo de lo
más agradable cada vez que lo veía.
Pero había un detalle de mucha
importancia: Él tenía novia. Aunque ella se iba a vivir fuera una temporada y
él a los dos meses tenía planeado seguirla. Y fue durante estos meses que él estaba
solo que nuestra relación empezó a crecer, tanto que ya formaba parte de mí.
Cuando él se fue, me sentí muy vacía y no podía parar de llorar.
Ilustración de Alba Pinzolas
Una vez ya llegó a su nueva ciudad, me
llamaba o me escribía a diario. Estaba contentísima pero cada vez que me tenía
que despedir de él me hundía. Así que tomé la decisión de decirle que no me
llamara más, que no quería saber nada de él, que él estaba en la otra punta del
mundo y yo aquí y que no quería ser la persona que daba vida a su apagada
relación.
Pasaron unas semanas y él volvió, solo. Y
pasó lo inevitable, volvimos a estar juntos pero nuestra situación era muy
agridulce, difícil y bonita a la vez. Con los días, empecé a sentirme mal
conmigo misma, estaba haciendo algo que no quería que me hicieran a mí. Se lo
conté a él y le dije que no podíamos seguir.
Tenía una lucha constante entre mi cabeza
y mi corazón, por un lado sabia que lo que hacía estaba mal hecho y que no
podía continuar así. Por el otro, me quería dejar llevar y que pasara lo que
tuviera que pasar, pensar en mi y en lo que realmente yo quería. Y así fue, me
dejé llevar. Mi mantra "Haz lo que sientas a cada momento" volvió a
vencer.
Gracias a esto, y a muchos otros factores,
a día de hoy estamos juntos. Y por supuesto, él dejó a su novia.
Las cosas no las hicimos bien ni él ni yo,
pero en temas de amor la razón no existe y por eso es amor, ¿No?
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