miércoles, 19 de febrero de 2014

Amor a primera vista



"Sucedió en Logroño, hace dos años y medio. Y podría resumirla como un amor a primera vista, de hecho desde aquel momento creo en ello, cosa que siempre me pareció una soberana estupidez. 

Eran fiestas de la vendimia, vermuteo, amigos… amigos que se marchan y te dejan sola con una amiga y se llevan todos tus enseres vitales (dinero, móvil y tabaco), también los de ella; estábamos conducidas a la indigencia o la vuelta a casa. Esperando en la puerta de un bar, decido entrar a buscarlas por enésima vez… y allí, dirigiéndome hacia al final de la barra paso al lado de ÉL. 

¿Que qué me impactó? Sus ojos. Desde que era pequeña he tenido una gran obsesión por ellos, no por lo evidente, ni lo físico, sino por su plano más espiritual (de hecho llevo uno tatuado en la muñeca). Cuando nos cruzamos me di la vuelta y él estaba girado, mirándome. 

No hizo falta más y nos dimos un beso, sin presentaciones ni tonteos, tampoco ni un ‘hola’. Reconoceré que nunca había hecho nada así, ni tampoco me lo había planteado; demasiado directo, pero fue algo más especial, tremendamente íntimo, tanto como un reencuentro de alguien que vuelve a ver a alguien. 


Ilustración de Micrito


Lo hemos hablado un millón de veces él y yo, fue algo extraño, que dudo que me vuelva a ocurrir; estas cosas pasan una sola vez en la vida, pero a veces hay que dejar que el azar y la pasión se den la mano. Estuvimos media hora, nada más. Intercambiamos móviles y al cabo de un mes vino a verme (vivíamos en diferentes ciudades). 

Sólo diré que fue el mejor fin de semana de nuestra vida, así, sin contemplaciones. A cuatrocientos kilómetros he dejado mi profesión y mi contrato indefinido; eso que tanto amaba y valoraba. Ahora me gano la vida de la mano del arte; y, entre tanto, el día a día, lo disfruto intensamente con ÉL."

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